REVISTA PUERTOS Y NAVIERAS - 23/02/2017
Reforma de los puertos de la Falange a Mariano.
¡Que peso de encima nos hemos quitado!
El Gobierno no sale de su asombro.
La reforma de la estiba mucho más rápida de lo que se pensaba.
Por los Fareros.
Cuando mañana viernes se tome la decisión en Consejo de Ministros de aprobar el Real Decreto de reforma de la estiba, los hombres más cercanos a Mariano Rajoy, íntimos, y son varios en esto de los Puertos del Estado, no darán crédito.
El hecho no se podrá celebrar más allá, no se puede encrespar los ánimos de 6.000 y pico estibadores. Pero este Mariano Rajoy, al que se le ha acusado tantas veces de cobardón, ha venido a sacar de la esfera del Estado un problema en que lo metió aquel ministro falangista y tan pro obrero, como fue José Antonio Girón de Velasco, al que se le atribuye con el ministro Solis la creación de la Seguridad Social.
Girón de Velasco, al que Franco le dejó hacer, fue el único superviviente real de la Falange española. Un hombre que después le fue bien con finca-chalet en Fuengirola incluido, sin embargo, siguiendo el ideario José Antoniano y la herencia de sus sindicalistas, las JONS (Juntas Obreras Nacionales Sindicalistas), cumplió en lo que pudo su compromiso con la clase obrera.
Entró en esto de la estiba cuando a la vista del problema que se producía con los estibadores, que no daban a basto y que eran un núcleo de conflicto en los puertos, diseñó lo que ha llegado hasta nuestros días como una organización portuaria al amparo del Estado.
José Antonio Girón de Velasco además tomó la oportunidad de recolocar los divisionarios de la División Azul, que volvían de Rusia, e introducirlos en los puertos como factor estabilizador mutuo y de mano de obra. Nada mejor que gente de orden, que había pasado por las armas y que eran antibolcheviques declarados, para introducirlos a puñados en unos puertos y otros, y de esta forma controlar el ambiente portuario e, incluso, la frontera que siempre ha significado el muelle entre la tierra y el mar.
José Antonio Girón de Velasco redondeó la cuadratura del círculo y dio trabajo a aquellos hombres, puso orden en unos trabajadores donde trabajan las mujeres y los niños, algunas veces en condiciones penosa, y puso en marcha la Organización de Trabajos Portuarios, esa misma que acabó en Sindicato Vertical y en la que se hizo fuerte los secretarios generales hasta llegar a la democracia. Años le costó a Angolloti, uno de los más emblemáticos secretarios generales de los últimos años de la temprana democracia en marcharse, desafiando reforma tras reforma y manteniendo en la sede, apropiadamente llamada Casa Negra, el poder del sindicato vertical.
Cuando hubo que deshacer los sindicatos verticales, los herederos de Angolloti le dieron pase rápidamente y de secretaría general se pasó a coordinador general, y el sindicato se renombró como Coordinadora.
Ahí ha desafiado a una docena de ministros de Trabajo y de Fomento hasta nuestros días.
Impidiendo la privatización de los puertos, el desligamiento del Estado de su entorno y el empleo de amplios recursos para controlar los puertos, el haber configurado un organismo autónomo y externo a la Dirección General de puertos como Puertos del Estado, con la esperanza vana de ir externalizando el problema. Cuatro Leyes de Puertos.
Nada dio resultado hasta que a alguien se le ocurrió que lo mejor era que nos denunciasen ante la Unión Europea. Paciente, el resultado se ha dado diez años después. Desde que entró la denuncia en el registro de la Unión Europea han pasado más de 10 años.
Diez años en los que es verdad también que ha cambiado mucho el mundo marítimo portuario y ya se hacía perentorio que el Estado se desligase completamente de los puertos.
La Organización de Trabajos Portuarios, hoy Coordinadora, ha hecho caer a ministros, ha echado por tierra leyes sobre los puertos, ha modificado las últimas leyes de puertos y ha hecho temblar a directores generales de puertos y a sus subsiguientes sucesores, los presidentes de Puertos del Estado.
Hoy todavía no se ha terminado la historia y todavía les tiemblan las canillas y les van a temblar durante mucho tiempo cada vez que se acerquen a un puerto, pero de un plumazo el señor tranquilo del puro y sus amigos verán el fútbol este fin de semana con otro color.
La Unión Europea se va a quedar boquiabierta de esta reforma de la estiba sin parangón en Europa.
Bien es verdad que el tema de los sueldos y cuántos seguirán beneficiándose de ellos, será una cuestión como lo que pasó con los controladores que cayó en la leyenda urbana de que el Pepiño Blanco les había doblado el espinazo y sin embargo, los controladores siguen ganando casi lo mismo, pero evidentemente se acabó aquello de hacer de su capa un sayo y de organizar una especie de Sepla entre los controladores o de Coordinadora "in eternum".
Ahora hay torres de control de primera, donde están los "pata negra", pero también hay torres de segunda y de tercera donde los controladores ya ganan sueldos más normales.
Lo mismo que pasó con Iberia, cuando sacó su low cost Iberia Express, o en Lufthansa, o en tantas otras compañías, donde cohabitan hasta su jubilación aquellos colectivos que se hicieron fuertes, pero que ahora son atacados por multitud de empresas low cost que operan con gente que gana muchísimo menos y que además es bastante menos exigente a la hora de trabajar.
En el caso de los estibadores, el tema es complejo porque son muchos y, además, son jóvenes, pero bueno eso es una cosa, y otra cosa es, como diría Mariano a Merkel, tenerlos en la nómina del Estado de una u otra forma.
Mariano ha ganado la liga.
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