REVISTA PUERTOS Y NAVIERAS - 06/07/2018
Los viajes de Gulliver.

El señor Marín Quemada se va a Las Palmas.

Se da por terminada la operación de Armas-Trasmediterránea.

Por Rafael Rosselló.
 Capitán de la Marina Mercante.

Si algo me ha resultado chocante en los últimos quince años de historia de la Compañía Trasmediterránea ha sido, y es, la falta de ética de las personas que han permitido la decadencia de la que fue ilustre naviera española.

No quiero ser reiterativo, pero desde que se privatizó hace quince años, la historia de esa legendaria y centenaria naviera se convirtió en el relato de su propia decadencia.

Pero centrémonos en el ahora porque el pasado, por muy reciente que sea, poca solución tiene cuando las instituciones que deberían pedir explicaciones no lo hacen y evaden su responsabilidad, o dicho de otra manera más técnica, practican impunemente la "dejación de funciones".

Que la compra por parte de Naviera Armas de la Compañía Trasmediterránea es de muy difícil, por no decir imposible, comprensión es un hecho indiscutible: una naviera mucho más pequeña se haga con una naviera como Trasmediterránea con una flota envejecida, que ha sido despojada de rutas, clientes y mentes lúcidas trasbordadas a Baleària, es algo que no cabe en cabeza humana, máxime cuando el volumen de negocio de ambas y las deudas acumuladas entre las dos hace inviable tan sólo pagar los intereses de esos abultadísimos compromisos.

Si a esto añadimos que para evitar la "concentración" la misma Naviera Armas presenta ante la CNMC una solución que pasa por traer de la mano a otra naviera sin barcos y sin arraigo serio en nuestras rutas, entre otras cosas porque es de la patria de Merkel, a la que le va a fletar sus propios buques para que le "sustituya" en un par de rutas, llegamos a la conclusión de que nos están tomando el pelo.

Pero si todo este disparate es difícil de asumirlo, peor es cuando llamas a la CNMC y se te pone al teléfono un señor la mar de educado. eso sí, que se presenta como Osvaldo García y afirma ser nada menos que de la "Unidad de Apoyo de la Autoridad de la Competencia", y te asevera sin rubor que no hay espacio para las alegaciones, que el periodo de alegación finaliza con la "propia resolución"; es decir, que al que no le guste que se vaya a remar al Retiro porque contra lo que ellos deciden el resto asiente y punto. Es más, me asegura que es el procedimiento que figura en la Ley de Defensa de la Competencia. Y, por si fuera poco, insiste en que no existe, en concentraciones, "segunda fase".

Yo, hace muchos años dejé de examinarme de asignaturas de la carrera de Derecho, pero no dejé de estudiar, y lo hice porque venía de una carrera de ciencias donde no hay espacio a interpretaciones, y me di cuenta que en las carreras de letras, si quieres obtener el título, tienes que resignarte a la versión del examinador; ya me había ocurrido con la de Historia que me percaté el segundo día que no se profundizaba en lo que acaeció, sino que se adoctrinaba en los que a algunos les hubiera gustado que hubiese acaecido, que no es lo mismo.

La Ley de la Defensa de la Competencia, en su Titulo IV (de los procedimientos) Capítulo I (disposiciones comunes) Sección 1.ª Plazos de los procedimientos.

Artículo 36. Plazo máximo de los procedimientos.

2. El plazo máximo para dictar y notificar las resoluciones del Consejo de la Comisión Nacional de la Competencia en el procedimiento de control de concentraciones será:

a) de un mes en la primera fase, según lo previsto en el artículo 57 de esta Ley, a contar desde la recepción en forma de la notificación por la Comisión Nacional de la Competencia.

b) de dos meses en la segunda fase, según lo previsto en el artículo 58 de esta Ley, a contar desde la fecha en que el Consejo de la Comisión Nacional de la Competencia acuerda la apertura de la segunda fase.

Claro, mi pregunta es para qué se redacta este artículo si según Don Osvaldo no existe "segunda fase". O es que hay alguna interpretación de este artículo que se me escape, o no sea lo suficiente lúcido, como para poder comprenderla.

Por otra parte, me es embarazoso llevarle la contraria cuando él, al darme su explicación, me advirtió que lo hacía "con ánimo de docencia" que siempre es de agradecer. Pero claro, lo que se dejó en el tintero el miembro de la "Unidad de Apoyo de la Autoridad de la Competencia" es que de lo que se trata es de impedir que los intereses privados anulen el interés general, que se produzcan conductas colusorias precisamente por el egoísmo de ese interés privado, que se produzcan "asociaciones", por muy enmascaradas que nos las quieran presentar, o coordinaciones entre dos empresas para ejercer una posición dominante aunque sea en su propia destrucción. Que no se trata de prohibir los monopolios, sino las consecuencias de ellos que son las posiciones abusivas ante los consumidores y usuarios.

Los acuerdos entre empresas están prohibidos tanto en nuestra legislación como en la comunitaria, y los abusos de posiciones dominantes también, pero sobre todo, la CNMC y su "Unidad de Apoyo" deberían velar por los derechos de los consumidores y usuarios, o dicho de otra manera, por el interés general, por lo que obviar los antecedentes, la situación de la empresa compradora o el riesgo a una quiebra y, por tanto, a una situación de indefensión para el usuario es, como mínimo descabellado.

Que existe una Ley de Trasparencia, y que cuando una sala puede tener la potestad, según él, de decidir si hay una "segunda fase" o no para escuchar y corregir las alegaciones, o cuando no se expone públicamente estrategias que presenta la propia empresa interesada en esa concentración, se la está vulnerando y, lo más grave, se podría interpretar como una connivencia con el interesado en esa concentración.

No obstante, si un tanto surrealista fue la conversación con el bueno de Osvaldo, más impactante es que el Presidente de la CNMC se desplace a Canarias, más exactamente a Las Palmas de Gran Canaria, feudo de Don Antonio Armas, casi al mismo tiempo que le anuncio por Mail un Recurso de Reposición con la sana intención de que desemboque en una Sanción de Nulidad. Y con este argumento no quiero decir que el señor Marín Quemada no pueda disfrutar de las "Islas Afortunadas", pero, como le pasó a Gulliver, te puedes llevar muchas sorpresas cuando de islas se trata, desde enanitos a gigantes pasando por caballos que hablan o navieros a los que tu visita les satisfaga o a él, que nunca se sabe. De todas formas, las Islas Canarias nada tienen que ver con aquella del incansable viajero, ni el señor Marín Quemada se asemeja a Gulliver, ¿o sí?

Rafael Rosselló Cuervas-Mons
Capitán de la Marina Mercante



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