REVISTA PUERTOS Y NAVIERAS - 27/03/2017
Los puertos.

La reforma Guindos-Nadal-Pomar-Llorca.

Protagonista invitado:

Íñigo de la Serna.

Por los Fareros.


La reforma de la estiba, este segundo capitulo de la gran reforma de los puertos está resultando accidentada. Muchos se preguntan por que se está haciendo así con evidente brusquedad, rupturismo, falta de transitoriedad, y algunos errores tácticos. Porque la administración portuaria llamada a jugar el papel protagonista calla. La realidad es que la reforma de la estiba responde a varios cocineros confeccionando por partes la reforma.

La reforma de la estiba en marcha es el producto de varios actores. Luis de Guindos el ministro de Economía, Álvaro Nadal el ministro de Energía, Julio Gómez-Pomar el secretario de Estado de Infraestructuras y Transporte y José Llorca el presidente de Puertos del Estado, cada uno en su papel, algunos subalternos, pero todos necesarios para comprender las luces y las sombras de una reforma que ya puesta en marcha tendrá a los puertos españoles en tensión durante meses. En una crisis de transformación que eso son la crisis.

Las evidentes carencias del Real Decreto, sus excesos y errores y diferentes estilos no han pasado desapercibidos. El estilo liberalizador, la referencia en 15 ocasiones a las empresas de trabajo temporal, no eran parte ni lo son de la impedimenta del Ministerio de Fomento y del organismo Puertos del Estado.

La reforma ha ido más lejos que la sentencia, pero además por un camino distinto al natural de los puertos, y eso es por algo.

Tampoco la búsqueda de la ocasión que tanto demoró la anterior ministra de Fomento, Ana Pastor, para realizarla ahora en un momento en el que se sabía que no había consenso parlamentario, es casual.

La decisión no ha partido de Fomento. Hacia largo tiempo que se esperaba la agudización de la sanción desde Bruselas, si hubiese llegado antes en la legislatura anterior esta reforma de la estiba habría coincidido con la privatización de AENA, pero el Tribunal no llegó a tiempo con la multa y no hubo decisión para hacerlo, sin agarrarse al guión, de la apremiante multa. Un argumento europeista simplista al que se ha dado carácter esencial como condición suficiente para obligar a la oposición.

Ahora había la ventana de oportunidad, si Ciudadanos y algún otro grupo se hubiesen prestado a aceptar un argumento con visos de ser tan imperativo como "Bruselas", pero que contra pronóstico falló.

Los protagonistas llevaban largamente sentados a la mesa, el actor protagonista el que iba a dar la cara, un joven político con buena factura llegado recién del norte iba a servir de imagen adecuada. Íñigo de la Serna. Pero la reforma no es suya.

El ejecutor no es otro que Luis de Guindos, el ministro de Economía, que ya controló la privatización de AENA, que impulsó a trompicones Ana Pastor pero que el recondujo, a los asesores con los que el largamente ha trabajado. Ya entonces con AENA tuvo el que dirigir los tiempos, dando el alto al primer intento fallido de Pastor, con la excusa del concurso de la consultoría, para dar luego el arranque al definitivo proceso ya encarrilados los diversos intereses económicos. Esta vez no iba a ser diferente.

Luis de Guindos, sujeto medido, inteligente, de bagaje muy superior al de muchos otros ministros, con contactos en la banca y las finanzas que no tiene ningún otro miembro del Gobierno, discreto y ambicioso, es el verdadero estratega de la reforma, el que ha marcado los tiempos y el contenido. Desconocido incluso para algunos de los otros protagonistas.

Arquitecto en la sombra de la pocas reformas estructurales que Mariano Rajoy ha hecho, quiere dejar su huella en lo que el cree que será una pequeña segunda modernización de España, tras las grandes privatizaciones de Aznar. Personaje con su particular círculo de poder y de amistades, alejado de algunos círculos tradicionales españoles de poder, pero cercano a los financieros internacionales tiene su particular agenda para los puertos españoles que solo unos pocos conocen.

En la estrategia le acompaña Álvaro Nadal, ahora ministro de Energía, pero antes jefe de la Oficina Económica de la Moncloa, y redactor de buena parte del programa económico del PP. Lo más cercano a un ideólogo de la derecha española. Personaje atractivo con un discurso "americano", hizo cursos en Harvard, y despliega una personalidad de corte "intelectual" una especie de "chicago boy" de Rajoy, al que gusta la frescura del joven Nadal, y de tenerlo como una especie de "Think tank" ambulante y alternativo a la Faes de Aznar. Una especie de "enfant terrible" del liberalismo, un Alfonso Guerra de la derecha, con el que comparte 40 años después estética de traje de pana de intelectual avant garde. Un toque moderno y "Harvadiano" al estilo, más de gobernar a lo Conde de Romanones de Rajoy.

Lo ha tenido como aparato ideológico, contrapunto a De Guin
dos al que ha irritado más de una vez pero al que le sirve muy bien su discurso liberalizador. Ya lo hizo cuando Nadal defendió a fondo los aumentos de los plazos concesionales de los puertos primer capítulo de la liberalización-privatización portuaria. Nadal pone la prosa a la música que Guindos emite.

Coincidentes los dos el momento les pareció bien.

Julio Gómez-Pomar el secretario de estado juega varios papeles, canciller, y el principal el de correa de transmisión de los intereses empresariales, una especie de embajador plenipotenciario. Es el que viaja y mantiene contactos discretos con algunas de las importantes empresas del sector. No lo hace en coordinación con De Guindos que se reserva su esfera personal financiera, ni con Nadal al que acudían otros en busca de influencia.  En ausencia de gente de nivel en el ministerio y no queriendo la ministra anterior el tedio de ciertas relaciones y viajes, Gómez-Pomar ha sabido llenar esa faceta a la perfección. Al fin y al cabo es todo un secretario de estado, que brilla poco, pero que sabe con su discreción y presencia educada, imprimir carácter a su papel.

De Guindos y Nadal ven bien esta tarea y Gómez-Pomar no desdeña un buen contacto, para eso ha trabajado
en la poderosa Pricewaterhouse, en la que dicen le esperan con los brazos abiertos, sobre todo a su cartera de contactos. Gómez-Pomar ha tenido al tanto a los inversores internacionales, lo mismo que a algunos nacionales. Ha ido a todo el mundo diciendo que si, templando y dando imagen de que todo estaba controlado. Se ha visto envuelto en la negociación directa con los sindicatos, a última hora, a falta de otra persona de confianza del ministro y del consejo de ministros, y aunque no es hombre para tratar con los estibadores lo soporta. Además es como del equipo económico que tiene que soportar no ya a los estibadores, si no también, a la idiosincrasia de los funcionarios del Ministerio de Fomento, y Puertos del Estado, ingenieros o que lo parecen con sus particularidades.

Brega como puede el gabinete del ministro, cargos de confianza, personal de puertos del estado, o de Bruselas y de otros ministerios que se suelen llevar algunas veces con aspereza innecesaria asuntos de esta reforma. Tiene a su mujer de mano derecha en Puertos del Estado donde controla ese flanco, que no se ha movido.

Sabe donde está la jugada, aunque De Guindos y Nadal se reserven sus contactos y hace de puente de unión entre todos los funcionarios, ahora incluidos los del Ministerio de Empleo. Entra siempre a moderar pero sabe guardar las distancias, tiene criterio e intenta preservar el "proceso" reformador y al ministro de los peores efectos e influencias, de propios y extraños.

El ministro es el actor invitado que por la salida de Pastor a una labor de mayor responsabilidad, le ha tocado representar la función que otros llevaban escribiendo y ensayando desde hacia tiempo.

Se ha encontrado con una tramoya que no le han querido explicar en detalle, además de las diferencias entre departamentos.

Uno de e
llos Puertos del Estado que se consideraba así mismo el principal protagonista pero como ya quedó patente con la ampliación de los plazos concesionales Ley 8/2014, se vio reducido a ejecutor, con el presidente del mismo como único contacto político, y con gran reserva interna de cualquier detalle del proceso.

En este proceso su presidente José Llorca juega un papel subalterno en algunos aspectos de la legislación y esta colaboración fragmentaria se traduce en textos legales disfuncionales y algo ajenos al acervo de la legislación portuaria. El léxico del Real Decreto así como lagunas, la apresurada derogación de disposiciones de la Ley de Puertos o del Estatuto de los Trabajadores dan prueba de algunas disfuncionalidades menores. La ausencia de participación activa de los funcionarios de Puertos del Estado, ninguno de ellos asiste a las negociaciones, y en las reuniones iniciales fue en segundo plano, denotan el secundario papel político que se le ha concedido. El contacto con el ministerio es solo a través de él, y así Gómez-Pomar ha sabido construir, eso que bien conocen los consultores de la banca: "efectivas murallas chinas" de información.

Esta reforma de la estiba es de contenido económico-liberal y sin protagonizarla los ministerios económicos, tampoco se ha dejado relevancia a su órgano administrativo natural, Puertos del Estado, creado con ese fin. Se le piden informes técnicos, no siempre a tiempo, se le confía la coordinación con las CC.AA que controlan los puertos y con los pliegos concesionales que deben atraer a los nuevos inversores a las dársenas disponibles de Algeciras, Valencia, Las Palmas, pero no más. El corte liberal del Real Decreto pergeñado por los abogados del estado supuso una sorpresa, pero desconocen la dirección última de la reforma.

Esta no es otra que la privatización de los puertos.








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