REVISTA LOGÍSTICA TRANSPORTE Y ALMACENAJE - 05/06/2018
Los hombres del presidente Sánchez en el transporte.

De Borrell a Devesa.

Secretario de Estado, presidentes del grupo Fomento, directores.

De Simancas a Dapena.

El presidente, Pedro Sánchez, tendrá que elegir ministro de Fomento, un cargo muy disputado después del de vicepresidente y del ministro de Economía. Todavía no se sabe si Sánchez optará por la vieja guardia o por gente nueva. Mucho tiempo no tiene y de la vieja guardia tiene a alguien que siempre le ha ayudado como es Josep Borrell, "su padre político", que ya fue ministro de Fomento. Borrell que parecía ser excluido en beneficio de su mujer Narbona, sin embargo ya ha aceptado ser ministro de exteriores, un segundo plano desde donde dirigirá sin ser vicepresidente parte de la acción de Gobierno de Sánchez. Cristina Narbona se ha quedado de presidenta del partido. Borrell un ingeniero aeronáutico por la Politécnica de Madrid, cuando estos superaron en prestigio a los de Caminos, es amigo de pocas tonterías, duro y conocedor del ministerio de Hacienda no se anda con pamplinas.

Aunque Sánchez optará por caras nuevas, porque se da cuenta que el cambio generacional es inevitable, cuenta también con Rafael Simancas, que le ha acompañado últimamente en su aventura política, sentado tercero a su lado y el primer hombre,
salvo Abalos su hombre de confianza en el Congreso. O Salvador de la Encina, diputado por el PSOE, pero demasiado cercano a Susana Díaz para el gusto de Sánchez.

La posición del ministro de Fomento, por lo tanto, no merece la pena especularla en demasía ya que siempre hay golpes por la posición y presiones de unos y de otros dentro del aparato del partido. Lo que sí está claro es que el ministro de Fomento tendrá que elegir entre mucha gente para muchos cargos, algunos también dados de antemano por el entorno del presidente. Nos referimos a cargos tan jugosos como el presidente de Aena, el de Renfe, Adif o incluso el de Puertos del Estado. 

Si Simancas podrá opinar como ex portavoz de Fomento, la opinión de Borrell va a pesar mucho, será decisiva.

Tendrá que elegir al secretario de Estado de Infraestructuras y Transporte, un personaje que se ha hecho con el PP muy relevante y que antes no figuraba como tal en las legislaturas socialistas. También al secretario general del Ministerio. 

El Secretario de Estado, hombre de confianza del ministro, así debería serlo aunque en el caso de Ana Pastor fueron más bien hombres de confianza de Mariano Rajoy en primer término, como fue el caso de Rafael Catalá. 

Pero lo relevante para el empresariado y el mundo de este sector son los que verdaderamente van a ejecutar las políticas de transporte. 

Para esas políticas tendrá que contar, si no para los puestos visibles, de la opinión de las siguientes personas. 

En la Comisión de Fomento, su portavoz César Ramos, que llegó nuevo con la legislatura que apartó a Sánchez del Congreso de los Diputados, se ha ido haciendo un hueco pero siempre presionado por Rafael Simancas y Salvador de la Encina.

Estos dos personajes, a pesar de que De la Encina es del PSOE andaluz, hostil a Sánchez, se hará oír pero evidentemente uno de los que aconseje va a ser sobre todo Simancas, al que le encantaría ser ministro de Fomento.

En la parte ferroviaria, hay personas cercanas a UGT y el PSOE a los cuales se escuchará a través de la vía de Simancas o bien directamente, como José Luis Cachafeiro, que tendrá que decir algo en Renfe Mercancías, aunque ahí, Abelardo Carrillo, el actual director general, fue nombrado en su día por los socialistas aunque también le quitaron del cargo al siguiente ministro pero volvió con el PP. Dice bastante de su capacidad para adaptarse a diferentes colores políticos y además las decisiones sobre la venta y el socio estratégico de Renfe Mercancías se toman por encima de él, con lo cual él y su equipo, dado que es una corta legislatura, probablemente sigan en su puesto. 

Para presidente de Renfe, un cargo tan político como el de ministro, quedará al albur de esos nombramientos de confianza del círculo de lo más alto del partido en el poder. 

En Aena, un cargo muy apetecible, merecería la pena que recuperasen a Juan Ignacio Lema Devesa, un gran profesional que fue director general de Clasa, con partidos de ambos colores, y que después hizo una labor respetable en los gobiernos socialistas de presidente de Aena. 

Otra vez, el problema del cambio generacional podrá sustraer a Lema de un cargo de las primeras posiciones pero no le falta ahí al PSOE buen material directivo. 

En Puertos del Estado, el PSOE tiene una larga serie de profesionales donde elegir. Buenos, evidentemente, pero muchos de ellos tocados por problemas judiciales, como Mariano Navas y Fernando Palao, y otros de la época de José Luis Blanco bastante insustanciales.

Competir con la trayectoria del cesante presidente de Puertos del Estado, José Llorca, va a ser muy difícil. Su forma de gobernar los puertos va a dejar impronta durante bastantes años. Su línea no ha sido siempre coherente por lo que le han hecho hacer en muchas ocasiones sus jefes, por la "obediencia debida", que le han dejado en evidencia en varias reformas, concesiones a 75 años, estiba, etc.., sin embargo su estilo abierto, confrontador, debatidor, deja una buena impronta para el siguiente.

Ahí, el PSOE tiene en las nuevas generaciones personas de valía como Álvaro Rodríguez Dapena, que tanto ha trabajado con Llorca y con lealtad, aún manteniendo sus posiciones y diferencias de criterios. Un hombre joven en el que se debería fijar el PSOE si no quiere malgastar la munición.

Curiosamente es en el equipo de Llorca donde personas de diferente orientación podrían hacer una labor progresista en Puertos del Estado. Aunque no se puede dudar de que, además de dejar impronta, José Llorca se va a quedar en Puertos del Estado como ya lo hizo en su época cuando fue llamado a colaborar con Rafael Simancas y José Luis Blanco, el ministro, con el PSOE para hacer una Ley de Puertos.

Hay que decir que no siempre estas colaboraciones de Llorca hablan mucho y bien en su favor. Véase el funesto retoque a la estiba de los coches, que incluyó en la última Ley de Puertos. Pero es verdad que ha colaborado con ellos, con lealtad, y que de eso se acuerdan.

No será totalmente defenestrado porque su conocimiento y flexibilidad en los puertos le va a servir, a buen seguro, a cualquiera.

Hace falta proseguir en esa labor aperturista en los puertos y Sánchez no se debe equivocar y elegir a otros profesionales de dentro de la comunidad portuaria que harían, sin dudarlo, buenos presidentes de puertos, ahí está un cargo de Zapatero como Aurelio Martínez que fue presidente del ICO antes de llegar a presidente del puerto de Valencia.

El ministro de Fomento o su Secretario de Estado tendrán que captar que deben dejar en un año y medio, un buen gusto en las administraciones con un empuje hacia el futuro que no se quede en palabrería en subirle el sueldo a los funcionarios, en ceder totalmente ante los estibadores y en conceder al empresariado y a los concesionarios en los puertos todo lo que quieran.

Para eso no hace falta buscar muy lejos. Los puertos necesitan ideas dinamizadoras, gente que conozca muy bien su legislación, que esté dispuesta a adaptarla a la nueva normativa europea y que, además, adapte la actual al nuevo marco de Estado federal al que nos aproximamos inevitablemente, de la mano de Sánchez.

La Ley de Puertos actual vive de espaldas al hecho autonómico en los puertos creado por el Pacto del Majestic y eso es hora, que ya que se va a cambiar la Constitución producto de esta nueva investidura o producto de lo que salga de las próximas elecciones que tendrán un carácter plebiscitario de la reforma del Estado; necesita en Puertos del Estado una respuesta a la altura de esas circunstancias. 

En la Dirección General de Transportes Terrestres, los últimos 3 ó 4 directores generales son bastante intercambiables, sean del PP o del PSOE. Podemos decir que Joaquín del Moral se parece bastante a Juan Miguel Sánchez y podrían ser intercambiables.

La realidad es que para el transporte de mercancías por carretera se han traído muy poquitas ideas imaginativas, viven los directores generales presos de la presión de unos supuestos transportistas representativos que les viene bien mantener en esa ficción, reparten entre ellos 1.000 millones de las antiguas pesetas todos los años en subvenciones, pero evidentemente han llevado al sector del transporte de mercancías por carretera, al sector empresarial, a una desestructuración y a una externalización o deslocalización en países terceros. Por lo menos, el Secretario de Estado y el ministro de Fomento, si no Sánchez, tendrán que saber que ahí hay una asignatura pendiente. Debe acordarse de lo que le está pasando a Temer en Brasil, donde los transportistas han puesto boca abajo al Gobierno, o en Portugal, donde sus protestas empiezan a subir de tono.   
   


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